INTRODUCCIÓN
Cuando iniciamos este proyecto, “ Del 27 al 51: Compositores para una transición”, emprendimos una búsqueda del Patrimonio Musical Español existente en este período. Algunas obras eran conocidas pero poco interpretadas y otras, sin embargo, absolutamente desconocidas. Este ciclo es una pequeña muestra representativa de lo que un grupo de músicos de la Asociación Aragonesa de Intérpretes de Música ha recopilado, con una selección de obras que muestran el variado repertorio para solista y grupos de música de cámara existente en esta desconocida época que va desde 1927 hasta 1951, dos fechas que marcan generaciones musicales distintas, no lo suficientemente difundidas en la actualidad. Esperamos que se abra un camino que ayude a dar el reconocimiento que se merece a todo este período musical.
Grupo de Madrid:
Bautista, Rodolfo Halfter, Pittaluga, Remacha, Bacarisse
Aunque algunos compositores de dicha generación son bien conocidos, parte de su repertorio no ha sido habitualmente programado por diversas circunstancias: inicio de la guerra y brusca ruptura con el entorno musical, desaparición de partituras durante los expolios de la contienda, emigración a Europa e Hispanoamérica; no publicación de algunas de las obras; descatalogación de otras anteriormente publicadas, etc.
Grupo Catalán:
Mompou, Samper, Gerhard, Blancafort, Toldrà
Este ciclo de conciertos intenta, por una parte, dar una muestra de un repertorio que no se interpreta lo que por su gran calidad se debiera y, por otra, honrar una época en la que fundamentalmente la dispersión de la guerra perjudicó a la música española, impidiéndole ejercer la influencia que merecía. Está abordado por cuatro formaciones bien distintas: canto y piano; piano solo; trío de violín, violoncello y piano; y clarinete y piano.
El dúo de canto y piano fija su repertorio en compositores de la “Generación del 27”, que aparece casi paralelamente a la de los poetas españoles. De ahí que muchos de sus autores estén directamente relacionados con la poesía y los poetas de esta época (Lorca, Juan Ramón Jiménez, Alberti…). Cabe destacar también el gusto de esta generación por la poesía del Siglo de Oro, con Lope de Vega como ejemplo en las canciones de Toldrá. Es una pequeña muestra de la gran cantidad de material encontrado para canto y piano, ya que la vinculación poesía-música originará una fiebre compositiva para esta formación.
El segundo de los conciertos, para piano solo, contempla, en la primera parte, autores ligados a la Residencia de Estudiantes y que sufrieron el dolor del exilio, con obras mayormente estrenadas en su famoso Auditórium. La segunda parte presenta autores catalanes como Viñes, considerado como uno de los grandes pianistas de este siglo, y Mompou, cerrando el programa con una obra de Isaac Albéniz. Aunque ésta pertenece a un compositor que no es de esta época, es incorporada al programa en una versión cuyo final (inacabado por parte de su autor), realizara en su día la insigne pianista aragonesa Pilar Bayona, cuya relación con todos los artistas de la Generación del 27 y con la Residencia de Estudiantes es de sobra conocida.
El tercer concierto cuenta con obras de juventud, pero ya de gran trascendencia musical, de dos de los compositores pilares de la Generación del 27, E. Halffter y Gerhard, junto a un desconocido leonés, Evaristo Fernández Blanco, estrechamente vinculado por amistad con la generación mencionada y cuya música es fiel reflejo de su tiempo, con un influjo de la música francesa, Stravinsky, el universo del jazz y la música de café. El otro compositor, Xavier Montsalvatge, es una de las figuras más representativas de la llamada “generación perdida”, intermedia entre la Generación del 27 y la del 51. Su música camina hacia los nuevos lenguajes de vanguardia, sin renunciar a ninguna de las etapas recorridas con anterioridad (nacionalismo, música de las Antillas, neoclasicismo e incluso ciertos postulados románticos).
Para finalizar, la evolución de la música de clarinete y piano, que marca definitivamente un antes y un después. El programa, con una primera parte fresca, romántica y mediterránea, cuenta entre sus autores con los catalanes J. Lamote de Grignon y Eduard Toldrá, fundamentalmente por la admiración del segundo hacia Grignon. Ambas obras representan una muestra del desarrollo virtuoso del clarinete en los años 30. Así, tanto la Schumaniana, escrita originalmente para violonchelo, como los Sonetos de Toldrá, para violín, son adaptados para un instrumento que permite desarrollar la musicalidad de estas obras a la perfección. Menéndez, compositor también mediterráneo, cierra la primera parte. La segunda parte se consolida como el paso a la futura generación del 51 y por lo tanto el “camino hacia una modernidad”, con un cambio de lenguaje y estructuras pero siempre cercano al sentir mediterráneo.