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El violín español del XIX,
en torno a Sarasate

12, 19 y 26 de enero 2009
cartel
Auditorium Municipal de Logroño
20,30 horas
Entrada Libre. Plazas Limitadas
El violín español en torno a Sarasate I
Lunes 12
Violín: David Martínez · Piano: Jesús Pinillos
El violín español en torno a Sarasate II
Lunes 19
Violín: Miguel Borrego · Piano: Omar Sánchez
El violín español en torno a Sarasate III
Lunes 26
Violín: David Martínez · Piano: Jesús Pinillos

El pasado año 2008 se celebró, no con toda la importancia que merecía, el Centenario de la muerte de ese fantástico e insigne violinista que fue el navarro Pablo Sarasate, fallecido a los 64 años de edad, en su ‘Villa Navarra’, en pleno apogeo de su fama mundial. Había dado conciertos por toda Europa, de norte a sur y de este a oeste, especialmente famosas fueron sus giras por Rusia y Reino Unido o por toda España, especialmente Pamplona a la que regresaba casi todos los años por San Fermín; y no menos famosos e importantes fueron sus viajes por América tanto del norte como del sur, las grandes ciudades de Estados Unidos o Buenos Aires. A sus conciertos, como hoy día ocurre con las grandes estrellas de la música Pop, acudían miles de personas que no siempre podían entrar y entonces armaban grandes alborotos –lo cuenta el propio Sarasate en una carta desde Berlín a su amigo A. Huarte: «Acabo de inaugurar aquí una nueva sala de 4.000 localidades; y sin embargo más de 2.000 personas se quedaron a la puerta sin poder entrar, silbando, pateando y con un frío y una nevada terribles»– y muchas veces, abrumado por la fama y los magnos recibimientos que se le brindaba en las ciudades que visitaba, pedía simplemente que se le tratara como a cualquier otro ciudadano, como en la carta que dirige al alcalde de Pamplona en 1902 en la que pide que «se me deje entrar en Pamplona como uno más de los que van a admirar los próximos festejos de mi querida ciudad natal; nada de recibimientos ni de ceremonias a mi llegada a Pamplona; me basta saber, y éste es el mayor honor y la mayor gloria para mí, que además de ser su hijo Predilecto soy su hijo querido».

Sarasate, digno sucesor de Paganini, consiguió encandilar a los aficionados a la música gracias a una perfecta afinación y una técnica precisa y prodigiosa en la mano izquierda, un claro y bello sonido en el arco y un repertorio de obras en el que mezclaba los conciertos de Mozart, Beethoven, Mendelssohn, Bruch, Saint-Saëns o Lalo con virtuosísticas obras en forma de jotas, habaneras, zapateados o fantasías compuestas por él, u otros famosos violinistas, basadas en músicas populares o en las óperas más famosas, obras que llegaban fácilmente al aficionado y que muchas veces la crítica las tildaba con desdén de ‘música ligera’, siendo, por otro lado, famosa su negativa a interpretar el Concierto de violín de Brahms porque no aceptaba que la melodía más importante del tiempo lento la interpretara el oboe en vez del violín solista.

¿Y cómo es posible, se preguntarán algunos, que un virtuoso de ese nivel surgiera en la convulsa España del siglo XIX en la que sólo parecía haber guerras, levantamientos militares, pronunciamientos políticos y desamortizaciones? ¿O será verdad, como vulgarmente se cree, que en España los genios surgen aisladamente como las setas del campo? Aunque casos no faltan que corroboren esta última cuestión, en el caso de Sarasate y otros, como el violinista Jesús de Monasterio, el pianista Isaac Albéniz o el cellista Pablo Casals, esta excelencia también es producto de la enseñanza de una larga tradición de la escuela musical española, ya que aunque todos ellos salieron fuera de España a estudiar lo hicieron después de haberse formado plenamente en su país.

En el caso particular del violín, esta escuela española se remonta al s. XVII aunque los primeros métodos para este instrumento surgen en España a mediados del XVIII. El primero de ellos, Reglas y advertencias generales para tañer el violín de autor anónimo, es publicado en Madrid en 1752 por el editor Pablo Minguet e Yrol y poco después el violinista Josepf Herrando publica en París en 1756 su Arte y puntual explicación del modo de tocar el violín. Más tarde, en Málaga en 1771, Fernando Ferandiere publica su Prontuario músico para el instrumentista de violín y cantor, publicándose también durante la segunda mitad del XVIII, tanto en Madrid como Londres o París, numerosas sonatas u otro tipo de obras para violín de compositores españoles como Manalt, Ledesma, Herrando, Oliver y Astorga, Lidón, Espinosa, Ximénez, Narciso y otros.

Esta misma tónica de publicaciones, tanto de obras como de métodos o estudios, continuará durante el XIX, aunque en el Conservatorio de Madrid, inaugurado en 1832 por la reina María Cristina, se utilizarán preferentemente los correspondientes del conservatorio de París. Aparte de Sarasate, otros grandes violinistas españoles del XIX fueron Monasterio, Rafael Pérez y Tomás Lestán (que más tarde se dedicaría a la viola), y posteriormente vendrían Arbós, Bordas, Gaos, Quiroga, Manén, Sedano o el riojano Celso Díaz.

Es por ello que, en este ciclo de tres conciertos dedicados al recuerdo de Sarasate, programemos no sólo sus obras sino también la de otros violinistas y compositores españoles contemporáneos de él. Obras recuperadas y rescatadas de archivos y bibliotecas para esta ocasión, que se oirán aquí por primera vez algunas desde hace muchas decenas de años, y que nos ofrecerán una panorámica amplia de lo que fue el violín español en la época de Sarasate.

LOS AUTORES

El nombre completo de Sarasate, nacido en Pamplona el 10 de marzo de 1844 y muerto en Biarritz el 20 de septiembre de 1908, era Pablo Martín Melitón Sarasate Navascués. Comienza a estudiar música en Pamplona con su padre, director de banda militar, pero el violín lo inicia en Galicia, a donde habían trasladado a su padre, con José Coutier y Blas Álvarez. En Madrid estudiaría con Manuel Rodríguez , haciendo su presentación en el Teatro Real, y en París con Delfín Allard. Su carrera internacional comenzaría en 1861 a raíz del concierto que ofreció en el Palacio de las Tullerías ante Napoleón III. De los dos violines Stradivarius que poseía, uno lo donó al Conservatorio de Madrid y otro al de París. Compuso una cincuentena de obras para violín solo o con acompañamiento de piano u orquesta, y de los tres ámbitos en que el musicólogo Luis G. Iberni divide su catálogo: ‘fantasías operísticas, composiciones varias, que incluirían algunas transcripciones, y piezas características de color hispano’, se podrán escuchar en estos conciertos ejemplos de los dos últimos.

Francisco Frontera de Valldemosa (Valldemosa, 1807; Palma de Mallorca, 1891) marchó a París a completar sus estudios musicales. Allí hizo amistad con Chopin y fue responsable de que el pianista y G. Sand pasaran su famoso invierno en Mallorca. Fue profesor de canto de Isabel II y director de la orquesta sinfónica que actuaba en Palacio.

Joaquín Espín y Guillén (Velilla de Medinaceli, 1812; Madrid, 1881) residió en su infancia y juventud en Cuzcurrita del Río Tirón y Santo Domingo de la Calzada, estudiando música con el organista de la catedral José Aramburu. Además de compositor fue crítico y musicógrafo (fundó La Iberia Musical y Literaria), compuso varias óperas, vivió en Italia y emparentó con Rossini a través de su esposa. Su hijo llegó a ser un famoso director de orquesta que viajó por toda Europa y su hija Julia, famosa cantante, fue la musa anónima de Becquer.

Jesús de Monasterio (Potes, 1836; Casar de Periedo, 1903) fue gran virtuoso del violín, director de orquesta, compositor y pedagogo. Estudió en Madrid y Bruselas y viajó por toda Europa dando conciertos con su Stradivarius, más tarde fundaría en Madrid la famosa Sociedad de Cuartetos. Como pedagogo se le considera el padre de la moderna escuela española de cuerda, siendo profesor de Pablo Casals. Son numerosas sus obras para violín solista.

Poco se sabe de Rafael Pérez, gran violinista que murió en Madrid en 1884. Estudió violín en el Conservatorio de Madrid, fue concertino de las orquestas del Teatro Circo y del Teatro Real y segundo violín del cuarteto de la Sociedad de Cuartetos. Compuso varias obras en las que el violín siempre aparece como solista desarrollando un virtuosismo de gran dificultad técnica.

Claudio Martínez Imbert (Barcelona, 1845-1919) fue pianista, compositor y gran pedagogo. Ganó numerosos premios y como pianista acompañó a Sarasate y Monasterio.

Justo Blasco Compans (Borja, 1850; Madrid, 1911) se formó musicalmente en Aragón pero desarrolló su actividad profesional en Madrid como Bajo cantante. Compuso numerosas obras para voz y piano, piano solo, zarzuelas y música religiosa.

Vicente Costa Nogueras (Alcoy, 1852; Barcelona, 1919), gran pianista e importante compositor, se formó en Cataluña y más tarde en París y Londres, recibiendo también lecciones de F. Liszt. Compuso numerosas obras para piano, varias óperas y diversas obras sinfónicas.

Ramón Figueroa Morales (Santiago de Cuba, 1862-1938), compositor e importante violinista, organizó numerosos conciertos en los que tocaba como solista para recaudar fondos a favor de la independencia cubana de España. Sus composiciones se basan en las danzas cubanas.

Gerónimo Giménez (Sevilla, 1854; Madrid, 1923) fue, antes que nada, un gran violinista formado en Cádiz y París. Estudió también composición, siendo uno de los más importantes renovadores de la Zarzuela, y no menos importante fue su faceta como director de orquesta. Además de maravillosas zarzuelas, compuso también sinfonías y música de cámara.

Apenas se conocen datos de Roberto Giménez Ortells que vivió entre finales del XIX y principios del XX. Fue autor de numerosas zarzuelas y de un himno a la aviación española.

El presbítero Federico Olmeda (Burgo de Osma, 1865; Madrid, 1909), gran precursor del nacionalismo musical, fue uno de los músicos más importantes de su generación. No sólo se dedicó a la composición sino que también investigó el folklore castellano (es famoso su Cancionero popular de Burgos) y la música española del pasado, atesorando uno de los más importantes archivos de manuscritos, fondo que hoy se encuentra en Nueva York.

Julio Gómez (Madrid, 1886-1973), doctor en Ciencias Históricas, profesor de composición del Conservatorio de Madrid y académico de Bellas Artes, fue un gran intelectual que compuso numerosas obras sinfónicas, óperas y música de cámara.

El riojano Celso Díaz (Arnedo, 1888; Madrid, 1953) fue, ante todo, uno de los más importantes violinistas españoles de su época. Estudió en Madrid y París y dio numerosos conciertos por varios países europeos, con gran éxito de crítica, en los que tocaba obras de Sarasate. También dejó algunas obras compuestas para violín y piano como la jota riojana Viva mi pueblo que se interpretará en el último concierto.

Tomás Garrido

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