EALING: famosos estudios de cine situados en las afueras de la parte Oeste de Londres. Construidos a principios de los años treinta por iniciativa de Basil Dean, con el fin de rodar películas sonoras para su Compañía Associated Talking Pictures. Ealing se convirtió en sociedad de producción y en ‘marca de fábrica’ a partir de 1938, bajo la dirección de Michael Balcon. Este último, formó un equipo de cineastas (Walter Forde, Robert Stevenson, Penrose Tensión, Charles Frend, Basil Dearden, Alberto Cavalcanti, Charles Crichton, Robert Hamer, Harry Watt, Henry Cornelius, Alexander Mackendrick, etc…) y de guionistas (T. E. B. Clarke, William Rose, John Dighton, Sydney Gilliat), y de actores que ya habían adquirido fama nacional e internacional o que él descubrió (Will Hay, George Formby, Nova Pilbeam, Claude y Jack Hulbert, Jack Hawkins, Basil Redford, John Grerenwood, James Robertson Justice, James Mason, Michael Redgrave, John Mills, Googie Withers, Stanley Holloway, Dirk Bogarde y por supuesto Alec Guinness). Balcon creó en estos Estudios un cierto tipo de película británica de calidad, en la que alternaban psicología, humor, realismo y discreto nacionalismo. En Ealing se abordaron todos los géneros (en diecisiete años se rodaron unos cien largometrajes: películas de guerra, policiacas, de aventuras); pero fueron las comedias Whisky Galore! [¡Whisky a go go!, A.Mackendrick, 1949), Passport to Pimlico [Pasaporte a Pimlico, Henry Cornelius, Id.], Kind Hearts and Coronets [Ocho sentencias de muerte, Robert Hamer, 1d.], El quinteto de la muerte las que más se recuerdan, las Ealing Comedies. En 1955, la BBC compró Ealing. Existe una placa: “Aquí, durante un cuarto de siglo, se crearon numerosas películas que describieron Gran Bretaña y el carácter británico”.•PHILIPPE PILARD, en «Diccionario del cine», Rialp Madrid, 1991, pp. 196-198; equipo de traducción de la obra.

Los principales responsables de esta película, característicamente británica, fueron (además del londinense Guiness y de Katie Johnson) el guionista William Rose, de Jefferson City (Missouri) y el director, Alexander Mackendrick, de Boston (Massachussets). Pero un elemento decisivo fue el de los Estudios Ealing, antes de ser absorbidos por la televisión. Alli se rodaron muchas de las mejores comedias inglesas, y la geografía de El quinteto de la muerte constituye uno de sus principales encantos. William Rose trabajaba para la industria del cine inglés desde ocho años antes del rodaje de la película. Mackendrick había estudiado en la universidad de Glasgow, trabajó como guionista para los Estudios Pinewood desde sus veinticinco años y llevaba nueve años contratado por los Ealing (…) El divertido espectáculo que es El quinteto de la muerte deja transparente el resultado de una labor de equipo de profesionales con ilusión, desde William Rose hasta Jack Warrner (el elegante actor que interpreta al paciente superintendente), pasando por el excelente operador, Otto Heller (….) Los actores en su vestuario forman un álbum de tipos tan dibujados como los decorados que se graban en la retentiva del espectador. En general, la comedia ha perdido aquel esmero por la descripción de personajes. Y no era una cualidad desdeñable, pues se conseguía así que cada personaje estableciera una relación particular con el público. En El quinteto de la muerte el público establece una expectación y guarda unas expectativas determinadas respecto a la inminente conducta y a las reacciones de cada uno de los habitantes de la pantalla. ¿Qué va hacer ahora con la vieja dama? ¿Cómo actuaraá en esta situación el profesor Marcus? ¿Y Louis? ¿Y Lawson? Una estrategia combinada de guionista, elector del cast, director de actores y los mismos actores respecto al consumidor. Estrategia que dominaban Joseph Kesselring (autor de Arsénico por compasión) y Arthur Richman (de La pícara puritana [The Awful Truth, Leo McCarey, 1937]) como ejemplo de otros muchos escritores teatrales y que es un elemento clave para la comedia (…) Mackendrick fue un director al que la difusión de sus obra le daría muchísimos admiradores, sólía hacer películas de una acidez transparente u opaca. El hombre del traje gris [The Man in the White Suit, 1951], Viento en las velas [A High Wind in Jamaica, 1965] son obras maestras con reputación. No hagan olas [Don´t Make Waves, 1967] es una obra maestra sin ella. Y El quinteto de la muerte es, quizá, la más desenfada de sus películas. El pulcro mayor (Cecil Parker), Robinso (Peter Sellers), Lawson (Danny Green), Louis (Herbet Lom) y Marcus (Alec Guinness) desaparecen de la compañía de la suavemente enérgica vieja dama (impagable Katie Johnson) sin pena y con gloria.•MANOLO MARINERO, en «Casablanca. Papeles de cine», 9, septiembre de 1981, p. 52.