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El Texto Iluminado
Fantasmagoría

3 febrero al 3 marzo 2009
cartel
Cines Moderno. Plaza Martínez Zaporta, 5. Logroño
20,00 h
Abonos: 10 €. Localidades: 3 €
Podrán adquirirse en la taquilla de los cines Moderno,
los días de las proyecciones.
LA MANSIÓN ENCANTADALA MANSIÓN ENCANTADA
The Haunting. 1963. EE. UU. Argyle Enterprises/Metro-Goldwyn-Mayer. 113'. V.O.S.E.
3 DE MARZO DE 2009

Director: Robert Wise.
Guión: Nelson Gidding, a partir de la novela original de Shirley Jackson The Haunting of Hill House (1959).
Producción: Denis Johnson y Robert Wise.
Fotografía: Davis Boulton/Blanco y negro/Panavision, 1:2, 35.
Montaje: Ernest Walter. Música: Humphrey Searle.
Maquillaje: Joan Johnston, Tom Smith.
Decorados: John Jarvis.
Vestuario: Mary Quant.
Efectos especiales: Tom Howard.
Dirección artística: Hal Pereira y Eddie Imazu.
Intérpretes: Julie Harris (Eleanor ‘Nell’ Lance), Claire Bloom (Teodora, ‘Teo’), Richard Johnson (doctor John Markaway), Russ Tamblyn (Luke Sanderson), Fay Compton (Mrs. Sanderson), Rosalie Crutchley (Mrs. Dudley), Louis Maxwell (Grace Markway), Valentine Dyall (Mr. Dudley), Diane Clare (Carrie Fredericks), Ronald Adam (Eldrigde Harper).

THE HAUNTING, basada en la novela de Shirley Jackson, sirve a Robert Wise para llevar al extremo la posibilidad de crear una intensa y constante sensación de miedo, en lugar de recurrir a la habitual y fácil sucesión de sustos. Nada se constata, nada se concreta, prácticamente hasta el desenlace, en THE HAUNTING. La amenaza constante, el miedo a lo que pueda revelar la casa, se construye desde la subjetividad de los habitantes, principalmente de la desequilibrada Eleanor pero también del analítico profesor y los demás, y de la composición visual de Wise. Huyendo desde el comienzo del british murder mistery a lo Agatha Christie o de la acumulación de episodios terroríficos concretos, Wise se apoya en montajes entrecortados, travellings cortos y rápidos, planos de los objetos de la casa que parece que van a cobrar vida pero nunca lo hacen, tomas inclinadas, contrapicados de vértigo, insertos de puertas, pomos, techos, la imponente escalera de caracol metálica que la cámara recorre preludiando el peligro de muerte de Eleanor, hasta hacer de la casa no tanto un espacio amenazante en sí mismo, como una abstracción que representa los miedos personales. Todo está dosificado, no llega a ser efectista, ni participa de un espíritu arty rompedor y granguiñolesco que arruinó otras producciones de los 60. Más bien se revela un talento especial en el tratamiento de los espacios interiores y el movimiento de los actores en ellos, que Robert Wise ya había desplegado abundantemente en lo mejor de su cine previo, para lograr que la mirada del cineasta haga visible la inquietud de los personajes ante lo desconocido y lo sobrenatural, sin necesidad de que los acontecimientos reales lo subrayen, sin que nada se evidencie. La voz interior de Eleanor, traumatizada por una familia absorbente y una madre recién muerta cuya influencia pretende liberarse participando en el experimento de la mansión, o los martilleos de origen desconocido y otros tratamientos de la rica banda sonora, crean un ambiente opresivo, asfixiante, del que parece imposible salir. Sobre todo para Eleanor, que acaba atrapada por ese lugar que vislumbraba como su liberación, absorbida por el miedo y la locura, por “las fuerzas capaces de ayudarnos o dañarnos”, que dice el profesor Markway. Wise utiliza imaginativamente el scope para representar esa salida de la realidad: una imagen presenta en primer plano, a la izquierda, a Eleanor imbuida en su voz interior; a la derecha, muy al fondo se mueven el profesor y Theo. La pantalla parece dividida en dos, pero es el mismo plano: dos realidades separadas en un único espacio. RICARDO ALDARONDO, en Robert Wise, 53º Festival de Cine de San Sebastián/Filmoteca Española, Madrid, 2005, pp. 87-88.

Digamos sólo unas palabras de un filme intermedio que pasó desapercibido, THE HAUNTING, que quiso ser una experiencia de terror psicológico, un poco al estilo de las producciones de Val Lewton, bajo cuyo manto protector Wise había dado sus primeros pasos. El fantasma sólo se manifestaba por sus ruidos trepidantes y ráfagas de viento, procedimiento que daba una real eficacia a ciertas escenas. BETRAND TAVERNIER y JEAN-PIERRE COURSODON, Ibidem, p. 119.

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